Impresiones de mi viaje a Nepal

¿Cómo es mi fórmula personal para viajar seis meses al año?

por Jill Arcaro

Una de mis pasiones es el turismo educativo y transformacional. El método que sigo me permite sostenerme economicamente durante los viajes porque gasto igual, o menos, que en casa. Me dedico a vivir modestamente con la gente local. Tengo fijado mi alquiler en alrededor de 400 USD al mes y como mis estancias son a medio a largo plazo, negocio este precio máximo.

Una vez instalada me dedico al estudio o enseño en cada pais cursos en los que se puede aprender sin esfuerzo académico, o sea a base de hacer o practicar; por ejemplo: baile, masaje, yoga, cocina, medicina natural, taichi, idiomas, etc. Y de paso, pero sin esforzarme, hago algo de turismo cultural.

Al escribir este blog estoy en Cuba por invitacion de la Catedra Terapéutica del OMAM (Organización Mundial de Artes Marciales) dando dos cursos de masaje tailandes a 35 profesionales y estudiantes de masaje; pero si no estoy trabajando elijo paises de del Sudeste asiático o de America Latina, donde se vive más barato que en Europa o los EEUU.  En el verano y otoño de 2018 estuve en Tailandia, India y Nepal.  Fue de manera inesperada, casi improvisada que pasé septiembre de 2018 en Nepal.

Viajar seis meses al año

Nepal es un país que no defrauda y del que me llevo en la retina muchas cosas que nunca me habían llamado especialmente la atención, siendo el mundo tan amplio y fascinante como es. Yo me encontraba en la India haciendo un curso de Ayurveda, en Rishikesh, y necesitaba salir del país a causa del visado. Nepal era el país más cercano y, como si se tratara de una señal, todo se combinó de manera estupenda para hacer posible el viaje. Así que me fuí para allá. Saqué el visado en el aeropuerto. Irónicamente, no soy la típica turista de treking, ni mochillera, ¡muy lejos de eso!.  De hecho nací en California donde se conduce hasta para ir a la esquina de la casa, y no me gusta especialmente andar.  Suelo viajar sola a lugares distantes de mi casa en Madrid, para hacer estancias largas, de por lo menos un mes. Soy una viajera semi-profesional, nómada digital, profesora de masaje tailandés y empresaria de viajes educativos…, entre otras cosas. Llevo ya 10 años viajando seis meses cada año y Nepal es el país número 42 que he visitado.

A la vez que valoro mucho los aspectos materiales (belleza, comodidad, limpieza…) siento una fuerte atracción por lo intelectual y espiritual.  Digamos que busco las realidades por debajo de las apariencias.  En Nepal descubrí aventuras, bellezas y profundidad por todas partes. ¡Ay!, uno debe estar en buena forma física y dispuesto para la aventura (como caminar o incluso cruzar la calle, ¡ja ja ja!) para visitar Nepal. Me han preguntado si lo recomendaría para niños. Pues mi respuesta es que no recomendaría visitar Nepal con niños. ¡Definitivamente, no!

En Kathmandú, la capital, la espiritualidad destaca en todo lo que te rodea; y es increíble porque en occidente se diría que negamos que ello sea siquiera una faceta de la humanidad, pero aquí se respira esa energía aunque no seas una persona ni remotamente religiosa.

Por otro lado, el día a día es difícil y como dicen, «no es oro todo lo que reluce»… Hay grandes contrastes y muchas mezclas de culturas (nepalí, tibetana, newari). Muchos nepalíes no hablan idiomas ni remotamente similares y sin embargo ¡se sienten compatriotas!  Me llamó la atención que conducen por la izquierda, pero a pesar de ello el volante está en el lado derecho del automóvil. No hay señales de tráfico, ni nombres en las calles y las aceras son prácticamente inexistentes. Parece que ha caído una bomba en las calles, o un terremoto, lo cual sería más acorde con la realidad.  Todo el país está conectado por lo que parecen caminos pedregosos, solo mínimamente asfaltados y llenos de charcos, baches, fango y desprendimientos. El polvo y el barro son muy peligrosos para la salud y los resbalones. En determinado momento, al principio, el tráfico era tan caótico que tuve que preguntar al chofer en qué lado de la calle conducían.

Doy gracias al cielo por haber vivido en un barrio precioso de la gran estufa Boudhanath, Patrimonio de la Humanidad.  Nepal tiene 10 monumentos Patrimonio de la Humanidad y 7 de ellos están en Kathmandu. Los he visto todos:

  1. Kathmandu Durbar Square (tres plazas situadas frente a los palacios reales de Hanuman Dhoka)
  2. Bhaktapur Durbar Square
  3. Patan Durbar Square
  4. Swayambhunath estupa budista (Monkey Temple)
  5. Boudhanath estupa budista
  6. Templos hinduistas en Pashupat
  7. Templos hinduista en Changu Narayan

Por supuesto, el barrio no tenia de todo, pero lo que no había, decidí que ya no me hacía falta. Desde que llegué nunca vi un ascensor ni aire acondicionado pero había docenas de monasterios budistas, monumentos hindúes y budistas.  Vivía encima de un monasterio de niños y seguía sus horarios, los mantras, los juegos, comidas, lecciones, hora de acostarse, etc.  Salvo en Swayambhunath (Monkey Temple) no hay tantos animales sueltos como en la India. De vez en cuando podía verse un mono, una vaca o una cabra, pero no todos los días.

Viajar seis meses al año
Kathmandu es una ciudad muy segura, esencialmente sin vida nocturna. La gente sigue el horario del sol.  Los restaurantes están cerrados a las 21 horas; incluso me dijeron que en Thamel, el barrio turístico donde hay bares y discotecas, estos establecimientos cierran a las 23.  Sin embargo, es un contraste enorme que haya tantos automóviles y motos en un país supuestamente subdesarrollado. También televisores de pantalla plana, teléfonos celulares de última generación, copisterías, y mucho comercio; hasta ¡fui a un restaurante atendido por robots de fabricación nepalí!

Soy una viajera totalmente atípica y no convencional.  Mi norma es encontrar un alojamiento con cocina y «vivir como una nativa».

En Kathmandu tuve una persona nepalí que me ayudó y me apoyaba en todo. Me gusta meterme en una escuela (ya sea solo para nativos, o para extranjeros, da igual) y estudiar algo que se puede aprender haciéndolo (como yoga, cocina, baile, idiomas, masaje).  En Nepal ello no fue posible, pero llegué a conocer muchas cosas porque el guía que me acompañaba me entendía a la perfección. Él sabía cuidarme el cuerpo y la mente, por lo que evitamos lo más posible caminar por ese lío callejero. Fuimos siempre en taxi, experiencia que resulta semejante, en la mayoría de los casos, a estar en la centrífuga de una lavadora. Por ello, no he ido a Lambini, el lugar donde Buda nació ni a Pokara, otra ciudad con bellas vistas del Himalaya, a unas siete horas de distancia por carretera. Me resfrié en más de una ocasión, por primera vez en 5 años. ¡Tengo un sistema inmunológico muy fuerte! Pero todo tiene un límite, y es muy común que los turistas contraigan infecciones en las vías respiratorias superiores a causa del polvo y la contaminación.

La comida en Nepal fue excelente. Allí es todo fresco, orgánico y de temporada. Y todo mundo, incluyendo los niños, come abundante verdura.  La leche directamente de la teta de la vaca. La traen en lecheras de metal. Las especias también son variadas y frescas.  Utilizan una gran cantidad de curas ayurvédicas, hierbas, inciensos, mantras y aceites para dolencias, masajes y tratamientos tales como los que aprendí en la India. He sido vegetariana durante algunos meses y mi vibración ha sido definitivamente más alta.

Viajar seis meses al año

Cuando sabía que me iba a una ciudad santa en la India (estuve un en Rishikesh antes de Nepal) y que allí eran todos estrictos vegetarianos empecé con un mantra: dieta basada en plantas, dieta basada en plantas.  Me lo iba repitiendo todos los días antes de salir de España porque sabía que todos los grandes cambios empiecen en el interior. Así que luego, no me costó demasiado y he tenido de propina una curiosa experiencia: ahora soy adicta a los videos de rescate de perros en Youtube y siento mucha compasión por los animales. Lo sorprendente es que ello ha sido el resultado del cambio de dieta y no su causa, como siempre se dice.

Cosas curiosas que la gente me han dicho: «¿Porque los niños se visten así?» o «Todavía te ves tan feliz y sonriente en las fotos que me preguntaba si ibas al mismo Nepal e India al que suele ir la mayoría de la gente».

He sido muy feliz; y la felicidad es, como ya se sabe, una actitud. Estoy aprendiendo siempre y ¡las sincronicidades me motivan y excitan!

Una GRAN lección que aprendí, pues investigué mucho durante este viaje, es que realmente no puedo seguir a la gente en Internet o creer las opiniones de las personas en las redes. Pues vienen de perspectivas completamente diferentes y sus experiencias son como la noche y el día. Además, a menudo hay detrás determinados intereses. Por ejemplo, confié en Bookyogaretreats.com y acepté su sugerencia de un curso de yoga en Rishikesh, el cual estaba muy por debajo de lo que prometía. Así, aprendí que el yoga, la meditación y la espiritualidad también son un GRAN negocio en Rishikesh.

Mi método es leerlo todo y mantener la mente abierta, pero me conozco a mí misma y PONGO LÍMITES. No es no. Aprende a mantenerte flexible y decir no, porque si no, estarás pagando precios turísticos por condiciones infrahumanas. Necesito un nivel de vida bastante alto para algunos de los lugares a los que voy; por ejemplo, ¡que no me den una habitación con insectos!  Tampoco me gusta la vida de 5 estrellas, porque siento que es una jaula dorada, lo mío es zen y limpieza.  Resumiendo mi fórmula personal se basa principalmente en esta 8 reglas:

  1. Poner un límite para el alquiler y vivir dignamente con la gente local.
  2. Eligir actividades que te motiven y que se puedan aprender practicándolas, sin importar el idioma de la enseñanza o de los demás alumnos.
  3. Dejar un margen en la mente para la improvisación, seguir el corazón, estar atento a las señales y las sincronías.  No tratar de controlarlo todo.
  4. Conocer tus límites y no dejar que las situaciones te presionen para tener que pasar por ellas. No tener prisa.
  5. El éxito personal del viaje y la felicidad son tu responsibilidad y es algo totalmente ajeno a las circumstancias.
  6. Apreciar las cosas pequeñas y los contrastes, la comida, la naturaleza, la belleza, los colores.., todos los días.
  7. No tener miedo de ser atípico y reconocer que las soluciones de otros quizá no te sirvan de nada.
  8. Esperar lo inesperado.

Es lo que recomiendo.

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